De nuevo debemos, como decía Brecht, defender lo obvio. La libertad de expresión, en toda la amplitud de las expresiones humanas como son el arte y el teatro en particular, constituye un elemento esencial de la democracia y un rasgo que define la civilización de una sociedad. Agredirla, negarla, origina una herida por la que pierde sangre la libertad.
Desde ESKENA, asociación de productoras escénicas de Euskadi, manifestamos nuestra más enérgica repulsa por la pretensión de censurar la representación de la obra Altsasu, dirigida por María Goiricelaya para la compañía La Dramática Errante, prevista dentro de la programación del Teatro Principal de Vitoria-Gasteiz. No encontramos ninguna razón que pueda justificar el daño económico y moral que tal acto de intolerancia pretende causar al libre ejercicio profesional de la compañía. Por ello, queremos mostrar nuestra más cercana solidaridad con todo el equipo de la compañía. Al mismo tiempo, ratificamos la pertinencia y el buen criterio que ha orientado su programación.
El teatro alcanza su plenitud cuando coloca a la comunidad que comparte una sala frente al espejo de la emoción y de la crítica, cuando reta a cada espectador, a cada espectadora, a reconocerse a sí mismo incluso allí donde no quiere verse, desafiando sus contradicciones e impurezas. Es entonces cuando se convierte en arte útil, curativo, cohesionador. Nada puede encontrar aquí quien solo busque su verdad, quien solo tenga sus consignas, quien solo admita sus prejuicios. Pero la decisión de aprovechar o rechazar esta oportunidad única que surge en cada función solo le compete al criterio del espectador, a quien no puede negarse el derecho de serlo: no sobra la obra teatral, sobran los censores.